ella no creía en los finales felices, pero quería que le demostraran que estaba equivocada

Con labios y lengua (desde principio a fin)

Mis dedos recorren su pecho suavemente al ritmo de su respiración. Escucho como gime de placer y pego mis labios a su piel caliente color azúcar morena. Suspiro lentamente disfrutando la calma y nuestras respiraciones acompasadas.
Cambio la trayectoria de mis labios y humedezco su piel hasta llegar a la clavícula, donde me detengo a escuchar los latidos de su corazón.
Muevo mis labios directo a su lóbulo, donde juego con los dientes y mi lengua explora otro sentido. Esta vez gime más fuerte y la reverberancia de su ronca muestra de excitación hace que mi piel tiemble ante la expectativa.
Por fin nuestros labios se juntan en un choque frenético de de hambre. Sin dejar nuestra danza lo miro directo a sus ojos cerúleo y sonrío en su boca. Me fascina.
Y en ese momento, el antes, descubro mi ambrosía, el efímero momento que me concede la inmortalidad por unos minutos mientras el deseo me posee.
La pasión nos gana y seguimos nuestro ritual de apareamiento de cerca, los ombligos juntos y nuestro baile al ritmo de las ganas que nos consumen.
Hacemos arte con nuestras caderas y de nuestras bocas sale poesía improvisada que nos hace estremecernos.
Terminamos en delirio pletórico extasiados de vida.

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