ella no creía en los finales felices, pero quería que le demostraran que estaba equivocada

Y se vuelve un círculo vicioso.


Dejas que un chico te llame bonita y te pierdes en su sonrisa y esa sensación de estar por las nubes, de creerte lo que dice y sentirte realmente bonita.
Te encariñas, le abres tu corazón y le cuentas tus secretos.
Cada palabra se vuelve oxígeno y no hay un solo pensamiento que no le dediques.
Y luego te olvida, te deja, te cambia. Y no lo sabe, pero a ti te destroza, porque es difícil creerle a alguien más cuando te llama bonita, creer que le importas a alguien cuando a él no.
Porque cuando tienes la confianza de creer en alguien más, vuelve a suceder.
Y se vuelve un círculo vicioso. 
Un droga. Quieres dejar de creerles porque duele, y te rompe, pero no puedes, no puedes porque quieres creerles. Quieres sentirte bonita, querida, que importas. Quieres sentirte en las nubes aunque sea un rato más, antes de desplomarte sin paracaídas.
Prometes dejar de lastimarte a ti misma, pero entonces empiezas a distraerte con otras drogas, el cariño que te consigue una noche es suficiente para olvidar el de todas las demás, por un tiempo, al menos.
Hasta que recuerdes que estas sola. Y necesites a alguien que te sonría con cariño cuando te llama bonita.
Y se vuelve un círculo vicioso.


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