Él pareció no escucharme.
–Un siempre es un siempre amor, estaremos juntos, por siempre.
Asentí. Había una promesa que cumplir.
Dejé que el viento jugara con mi cabello y vi los copos de nieve caer por última vez.
Me sacó de mi ensoñación con un beso, suave, pero que decía más que cualquier palabra.
–Ya llegó el invierno –susurré de nuevo.
Y esta vez, ambos caímos al vacío, a ese vacío del que nadie podría sacarnos, jamás.
[Porque un dulce por siempre, también es un triste jamás]
ö, aquí se demuestra que en poquitas palabras, lineas puede suceder algo tan completo y magnífico como invierno.
ResponderEliminar(realmente genial:)
*abrazo con besito de esquimal*
Precioso *.*
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