ella no creía en los finales felices, pero quería que le demostraran que estaba equivocada

Objeciones de la mente al corazón

Lo sabía desde el principio, sabía que la iba a la lastimar y de todas formas decidió darle otra oportunidad. Él era su ancla, lo único que la mantenía atada a la cordura, por eso no quiso dejarlo ir aunque sabía que era solo una ancla pasajera, que eventualmente se rompería y quedaría a la deriva.
Ahora el momento había llegado, ella sabía que estaba cerca de romper su corazón una vez más y no sabía a que aferrarse, ya no había nada, estaba rodeada de agua y lo único que tenía era él.
Entonces llegaron las palabras que sabía que la romperían.
Escalofríos recorrieron su cuerpo y empezó a temblar, sus ojos se llenaron de lágrimas y se mordía el labio inferior intentando no romperse en ese momento. Sabía que iba a pasar y aún así había confiado. Era estúpida, era romántica, llamémosla como queramos.
Pero ese era el problema de los humanos con sus emociones y sus instintos, como dijo una vez un autor famoso "cuando el corazón habla, la mente encuentra indecente objetar". Y nos llamamos enamorados, nos llamamos locos de amor, ciegos de corazón. Intentamos romantizar un sentimiento de estupidez pasajera.
Esa noche había soñado con cristales rotos, se habían enterrado en todo su cuerpo y se los sacaba con la calma de alguien que ya había vivido ese sueño antes. Sabía que los vidrios rotos simbolizaban la traición, que esos pedazos de colores y formas hermosas tenían un filo que podía lastimarla, por eso era hermoso. Le daban ganas de pasar sus dedos por el filo y ver las gotas de sangre escarlata viajar por su mano entera. Quería sangrar por fuera para no hacerlo por dentro.
Él había agarrado su corazón roto y se había aprovechado de un alma inocente, de una niña que se emocionaba con una sola palabra dulce, de una chica que sonreía al escuchar su voz y se aferraba a cualquier sueño loco que nunca cumplirían solo para evadir la realidad por un momento y soñar con un mundo donde todo lo que dice es posible y solo existe el amor. ¿Cómo no es eso un pensamiento estúpido? ¿Una idea irreal de algo que sabe que jamás sucederá?
Tenía que ser fuerte y lo sabía, era la única manera de salvar lo poco que quedaba de su alma descompuesta. Fumaba un cigarro en su ventana y dejaba que el humo inundara sus pulmones, odiaba fumar pero la dulce nicotina y la bella danza del humo le era fascinante, no podía dejar todos sus vicios en una noche, tenía que empezar por el más difícil: el amor.
Veía las estrellas y la luna y se preguntaba si en ese mismo instante él también las veía y estaban conectados al menos por unos segundos antes de separarse para siempre.
Le dio la última calada al cigarro y tomó aire mientras marcaba el número. Lo retuvo mientras sonaba y lo soltó suavemente cuando contestó. Su labio inferior empezó a temblar de nuevo pero tomó la poca fuerza que le quedaba y le dijo todo lo que siempre quiso decirle, luego se despidió de él.

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