ella no creía en los finales felices, pero quería que le demostraran que estaba equivocada

Eran una pareja rota.

No pudo resistir a sus encantos.
Su tierna sonrisa, sus hermosos hoyuelos.
Sus ojos azules, o su cabellos azabache.
Sabía que estaba mal, pero en seguida quedó encantada por esa dulce voz que le susurraba promesas de felicidad al oído.
Todos los días subían a esa casa del árbol, y por unos minutos jugaban a ser la pareja perfecta.
–Eres muy linda –le decía.
Ella solo sonreía y se sonrojaba.
Luego le daba un beso tímido en la mejilla.
–¿Eso es todo, pequeña? –preguntaba.
Y al hacerla reír, la sorprendía con un beso en los labios, corto y dulce, pero lleno de significado.
–Te quiero –susurraba ella en un hilo de voz apenas audible.
–Lo sé –decía él con esa sonrisa que era solo para ella– y yo te amo, Abby.
Ellos dos eran felices con su secreto bien guardado y día a día se sostenían el uno al otro con sonrisas y la ilusión de un mundo feliz por unos minutos. Se apoyaban el uno en el otro para no caer.
Eran una pareja rota, compuesta por pedacitos de sonrisas, pero feliz. Por un momento, por el tiempo en el que una estrella fugaz dejaba su estela en el cielo, felices los dos, y así de especiales como una estrella fugaz.

4 comentarios:

  1. Qué pareja más especial^^ Me ha encantado,ha sido muy dulce. Un abrazo.

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  2. Oh, qué monos. Me encanta que la llame pequeña.
    Pero no entiendo por qué dice que sabía que estaba mal, u.u
    Me quedo por aquí :)

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  3. Un pareja rota, es lo que tengo yo ahora. Muy identificada. Gracias =)

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Si dejas un comentario me empaparás de la lluvia de la felicidad.