Pinceladas de locura

–Me vuelves loca –dijo con una enorme sonrisa mientras le devolvía el beso.

Él siguió besándola sin hacer caso al tumulto de gente alrededor.

–Paris –le dijo de repente, sus ojos verdes agrandados al máximo y brillando como si hubiera tenido la mejor idea del mundo.

–Ari –dijo ella señalándose– soy Ari, ¿recuerdas?

Ambos rieron.

–No –dijo él– Paris, vayamos a Paris.

–¿Tan pronto? –preguntó ella saliendo de su estupor– Nos la estamos pasando muy bien aquí.

Él sonrió.

–Lo sé, pero se vuelve una rutina ¿sabes? Llevamos aquí varios meses, es tiempo de cambiar.

Ella parecía perdida en un pensamiento.

–¿Y que dirán…? –empezó, pero no pudo terminar al ser interrumpida por él.

–¡Oh! Les encantará. Kim vivió un mes en Paris, adora el lugar.

La sonrisa de Ari se ensanchó.

–Nunca he ido a Paris.

–Esta decido entonces –dijo Daniel levantándola en un abrazo– vas a amar Paris. Esta lleno de arte, vayas a donde vayas. Los parques abundan en el lugar, franceses en todas partes, flores de miles de colores ahora en primavera y lo mejor: las panaderías de cada esquina que te enamoran con su olor a pan recién horneado.

Ella lo besó.

–No pueden enamorarme más que tu.

–Ofrecen una buena competencia –contestó él encogiéndose de hombros.

Rieron.

–Entonces, ¿Paris? –él asintió– Cuidado Paris, que vas a recibir a una chica loca que piensa llenar tu ciudad artística de pinceladas de locura.

Daniel sonrió ante lo dicho y no pudo evitar besarla de nuevo.

Este es un pequeño extracto de una novela en la que estoy trabajando, ¿qué les parece? Estos chicos van a enamorarlos, se los prometo.